A PUNTO DE MITRA

Ramon Micó Collage feat. Nuevos Mamuts

Herirse, y no cejar, al imitar al profesor de Historia Comparada:
 convulsiones, fin de una era, hemorragia interna, inicio de otra, desplome e ingreso. 

Un individuo al que tildan injustamente de obispo (no es tan de misa como dicen), y que más adelante llegará a serlo injustamente (manipulará su nombramiento), con lo que, de algún modo, justamente, lo tildan injustamente, ha conseguido un empleo entre algas. En los dos sentidos: lo ha obtenido buceando, y el trabajo es en una oficina cubierta de algas.

GRINO (Grapas Rustu Ígneas Sistémica Aurella) te contrata si demuestras que en las simas del Atlántico se celebran acalorados simposios (lanzamiento de gráficos) sobre la conveniencia de sustituirte los brazos por aromas. Los opositores odian saber cómo los lanzarán a partir de entonces (lo saben).

El primer día en el nuevo trabajo, el futuro obispo llega BARRIDO CON UNA MOPA; y lo levantan con otra. Se separa de los transportistas que lo han asistido, se sacude el polvo y se ENCARA con ellos: «He entendido si eres viejo secretos». Y no es un farol, lo ha entendido.

Al fin entra en el edificio, que hace esquina con los fans de El pequeño Spirou (forman una torre humana de seis pisos, prácticamente inhabitable —luz titilante en el quinto—). La oficina PESTAÑEA, remolino de documentos. A Punto de Mitra pinza uno al vuelan juntos (el impreso flota) y aterrizan en su silla, que pende del techo atada a unas algas.

Balanceándose en ese púlpito, Prebishop defiende las proteínas de las algas DE LAS ALGAS: «LO HAGO AUNQUE RELLISCO ME TILDEN DE EXDIFRACCIÓN ANTE EL SISTEMA DE POLEAS QUE QUIERO QUE ME BAJE DE AQUÍ».

Ha oído campanas TAN ABOLLADAS sobre su sambenito que lo acabarán entronizando sin que nunca llegue a sospechar por dónde iban los tiros.