TE QUIEREN CUCHARA

Deberíamos estar más atentos: deberíamos darnos cuenta de quién sombrero (y deberíamos darnos cuenta de arena).

TE QUIEREN CUCHARA.

Quieren que te estires por un extremo y te ensanches por otro para sumergir a continuación la parte ancha —generalmente, cabeza y tronco— en un caldo. Y todo ello, para recoger menos sopa de la que te han prometido.

Te quieren de frontal cóncavo y sumergido. Piénsalo.

Te quieren repiquetear contra un vaso para, ya de pie, iniciar un parlamento. Dejarán caer a plomo la mitad superior del cuerpo contra la mesa —chirrido de goma tensa— y rebotarán hacia el techo, desde donde, levitando por el helio que los colma, recitarán con voz casi inaudible: «Dieciséis microvelas, no veo NADA, pero las enciendo. Dieciséis microvelas, no veo NADA, pero yo ya me entiendo». 

No te das cuenta de que pronto te querrán vajilla, repartido en múltiples platos. La boca, en una ponchera; las orejas, ya sabes dónde. En todo caso, a nosotros no nos hagas mucho caso: SOMOS SÉMOLA (100 gramos, a lo sumo: nos cogerías de sobra…).

Están empecinados en cucharearte y saben cómo convencerte para que lo hagas tú mismo: se ponen hojas de lechuga sobre las extremidades y las alisan. Mira cómo las aplanan. SON IMPLACABLES.

Te quieren cuchara. ¿Cederás?