LA ÚNICA MENTIRA DE CHICA

Las pernas, las, las piernaz de Chica eran flacas como un lapo. Eran blancas. Y el resto, negro.

Llevaba unos pantalones de la marca Pantalones para Comer y No, para comer y para no. Se doblaba los pantalones siete veces para enseñar sus blancas, estaba orgulloso.

«Las piernas de Chica, la noche más corta, a nadie le importa, A NADIE LE IMPORTA», esa frase era lo que él entendía por «follar».

Chica nunca se olvidaba de Pañuelo, a quien llevaba siempre en un bolsillo y con el que envolvía una rama de olivo de plástico hacía un metro. Una vez la había blandido, se disponía a contar la única, su única mentira:

«Mirad, un truquito: mezclad agua con algo, lo que sea. Mezcladlo, venga, mezcladlo y contádselo a vuestras putas madres».

Este Chica es el de ayer.