EL COWBOY EN LA PUERTA

(¡Huid, Los Conejos Por Sevilla! ¡¡¡Huid por Sevilla mientras cuento esto!!!)

Parece que quieren abrir un gimnasio en los terrenos Tía Roseanne. Antes van a tener qu-¡¡¡OEJ OREJAS OHE NO, SON RAPIDÍSIMOS!!! Joder, ya lo han inaugurado. Lo pone en neón:

Gimnasio Arranca a Dakota Kid.
«Levántanos».

Pues eso, levántanos.

¿Cómo lo habéis hecho? Da igual. Cada máquina del músculo tiene su placa de metal, lo que la convierte en persona: «FÍJATE L. LAKE, ABOGADO». Las colocan con precisión de caballo, ¿lo ves? Allí pone «Levanta este brazo de dos kilos con tu brazo de dos kilos». Otra persona. ¡Y qué bebidas! Garrick Blú, Powerful Invitation To. Son tan enérgicas que se beben entre ellas.

Cuando eres lo suficientemente fuerte como para encarar la salida, el cowboy en la puerta rebusca entre una torre de pegatinas alta como su BE-LLE-ZA y te plancha la del ¡Ok! multicolor con un golpe seco y doloroso en la misma TRÁQUEA, SI ESO ESTÁ ALLÍ.

Siempre se arrepiente, y se le deshace el culo de mimos. Un poco nervioso, te coloca con manos de Anabel unos auriculares tan grandes y nutritivos como unos cocos. El cowboy te acompaña hasta la salida mientras suena el cassette conectado a los auriculares:

«¿QUÉ TAL? ¡YO MUY BIEN! ¿QUÉ TAL…? YO ESTOY BIEN, ¿TÚ CÓMO ESTÁS? VAMOS, ¿QUÉ TAL?, ¿ME DAS UN BESO? YO TE HE DADO UN BESO».

Es la voz del cowboy.