UNAS NOVASLAS

Minúsculas, delicado; ¡¡¡MAYÚSCULAS, LOCO!!!

El día que conseguí bajar de la esvástica de queso donde me habían crucificado los intrépidos judíos, no vacilé ni un minuto en emprender el tan esperado viaje al centro de la Tierra.

El guía llevaba el mapa tatuado en el hígado, de modo que me obligaba a abrirle un poco la panxa con un boli Pilot para ver por dónde teníamos que seguir.

En el centro de la Tierra había MARC, un chaval bastante tímido que, titubeando, insistió en que me quedara unos papeluchos. Me hizo entender —y lo entendí— que recibir «ENTRADAS» de manos del ratón del Cola-Cao no es muy hostia lo normal. Entradas, además, para pasear a un perro.

Al volver, tuve que meterlas en una petita llar de foc que mi padre ¡¡LA PUTA!! AHORA SOLO SON HUMO Y PASTAS… Pastas de repostería fina, claro. Las miro y veo Brioixes Brillo. ME DIJO que servían igual…

PASEAR A UN PERRO es la fiesta donde la gente va vestida de persona que está viendo una jirafa en el zoo. No hay música. En su lugar, los invitados se explican mentiras sobre cómo volver a casa. Todos llevan una correa en la mano y solo alguna tiene rata al final.