CONTINENTE VIEJO

«Espera, que está sin planchar HA LLEGADO LA HORA DE SABER LA VERDAD SOBRE LA COMIDA».

Con esta idea nos dirigimos al monasterio Se Me Da Bien. Los monjes imparten unas charlillas sobre el tema y se les da realmente mal. Los árboles que nos separaban de nuestro destino estaban tan apretados entre sí que ni una persona podía pasar entre ellos. Solo cabía UNA MONEDA ÚNICA, nuestro coche.

Las ruedas de UNA MONEDA EUROPEA giran cubiertas de unos pétalos que se van despegando a medida que el automóvil avanza. El pétalo se reposta cada dos o tres segundos. Fuimos andando.

No recordábamos el atajo que toma la gente que, disfrazada de lechuza, te quiere pedir perdón. Plantados ante la augusta fachada, nos dispusimos a cruzar un arco decorado con relieves de CONTINENTE VIEJO/ILUSIONES NUEVAS, nuestro coche. Ay, deberíamos haberlo cogido.

En la sala capitular, un disco formado por decenas de pequeños monjes muy prietos unos contra otros flotaba a la altura de nuestras rodillas. Empujamos hacia abajo al que parecía más aficionado a quedar bien con los padres de tu novia. Empezaron a oscilar todos juntos como una sábana limpia. Se movían de una manera tan hipnótica…

Nos habían estado utilizando desde el primer momento.