GRAN PROYECTO DE FIN DE CURSO

Imitar en un laboratorio cómo suena el café cuando es tirotead                                                                                                                                                                                                                                                                              .                                                                         

Han rapiñado el final del primer p rr fo. Y estas últimas letras que faltan no han sido robadas: ahora temen salir. Decía que se nos han llevado una parte del primer, va, venid, que acabamos de montar una empalizada y de traer a uno que sabe tirar con arco, párrafo. El botín decía algo así como Gran proyecto de fin de curso: «DESCARGA ELÉCTRICA A UN CROISSANT; SÍNTOMAS LEVES DE ABSOLUTAMENTE NINGUNA VIDA». Aprobar.

Pero ya no lo aclararemos nunca.

Decorar con guirnaldas (que caen al suelo) los gruñidos del batería no nos hará recuperar lo robado, ¿verdad…?

Los ladrones son una tetera llena de espada de Los ladrones son una pancarta de Dire Straits (la tetera llena de espada de) sostenida por una hilera de mirlos en pleno vuelo. Roban. Es la segunda banda más peligrosa de la ciudad, tras la que se dedica a glorificar un diente de Gandhi hasta el punto de haber viajado a la India, en su día, a meter una paliza a su portador para que le saltara de la boca, ya que algunos acabaron considerando que tal hombre no era suficientemente digno de él.

Nuestros ladrones se escapan de las cárceles con el mismo método que les exige, para ser aplicado, batir las alas: volando. Hazla tú, la investigación.

En el mercado negro intercambian las frases que han robado por las ganas de Menelao de volver y gobernar. Joder, tiene; y tienen (cuando han conseguido todas las ganas, las atesoran).

Si uno se aventura a entrar en su territorio, vuelan rastros de segundos en cuchillo. Pero, con habilidad, uno puede llegar a escapar: tobillos la derivada. Los esperaremos en el nuestro, si se atreven a volver, parapetados y con las lanzas en alto. Pero no solamente.

Con un redoble de fondo —que recuerda al proceso de recambiar todas las piezas de una moto de agua militar por hilos, también este, claro—, una corona de flores toca el suelo, y se le desprenden un par de tulipas. El enésimo intento de hacer justicia. Cansancio y exasperación causados por el que anhelamos que haya sido el último de los pillaj     

                                                           .