¡¡Pasad, pasad!! Payasos, qué bien que estéis todos. ¿Qué tal? No, a ti no te lo digo; ¿qué tal?, no, a ti no te lo digo. ¡Qué bien, Sombrero Doblado, ¿Me Lo Pasas?, has venido! No lo esperaba. ¿Y esas chicas? Bravo, bra-ah, que son tu alma, perdona, no quería.
Últimamente, he estado pero a navaja con mi hucha. Pude arreglarlo cuando me llamaron aquellos padres: «Tenemos una ópera que silbar: Nabucco, la vida de Narcís Gato. Serás (y no digas «Entiéndanme, tengo que follar»), serás el Kangú de nuestro TECHNO QUE FOLLAR».
Su merienda, un bollycao. Sacamos los cromos DE DENTRO DEL BOLED. ¿Sabéis? Del agujero dulce, digo. Miradlos JO-DER CON LA NOCILLA, TODA LA MANO LLENA MIER.
Los cromos eran novelas, así que le leí:
«ESTAMOS EN EL BÓ. Tenemos a los cerdos. Y AL LOPO. Estamos en el bosque, venga. Y los cerdos siguen. Uno pequeño y otro divertido. Otro marinero. Estos cerdos eran muy bueno haciendo lo que hacían. Muy buenos.
ELS TRES PORQUETS».
Sombrero Doblado y alma de Sombrero Doblado, creedme si os digo que con la cantimplora llena he podido dedicarme a terminar mis artefactos. Por aquí, querría enseñaros algo. Un poco más fino, no tanto.
Tras esta cortina está mi ejército de postales: vigilad. Son peligrosas, ya sabéis, la que llora, quiero decir, no las provoquéis… Amsterdam a kiss ya asoma la botella rota…
Y esta atracción de Port Aventura (al apartar otra cortina, se observa una lámpara, cubierta de brea y plumas, que se balancea levemente) me la he inventado yo. Todo lo que tengo lo invento. Estos zapatos míralos.